jueves, 14 de abril de 2016

Andalucía Visigoda

Los Visigodos
Con la irrupción de los visigodos en el escenario político de la península Ibérica el 418, los vándalos fueron expulsados. El carácter meridional de Andalucía y su fuerte romanización y afianzamiento de una oligarquía territorial, capaz de tener auténticos ejércitos propios, dio a la Bética un carácter especial. Fue el último territorio controlado de facto por los visigodos, y el que mayor inestabilidad política presentaba. Muestra de ello es que en el año 521 el pontífice nombró vicario para la Lusitania y la Baetica al obispo metropolitano de Sevilla (Salustio), dando a entender que la jurisdicción eclesiástica de Tarragona no controlaba de facto los territorios del sur peninsular.
A partir del año 531 el rey visigodo Teudis llevó a cabo una rápida expansión hacia el sur, llegando a instalar su corte en Sevilla, para tener un mejor control de sus operaciones en el sur peninsular. Incluso llegó a dirigir una ofensiva, fracasada, contra el poder bizantino establecido en Settem (Ceuta). La Bética quedó definitivamente integrada en el reino visigodo de Toledo, si bien cuando los intereses de la oligarquía terrateniente hispano-romana peligraban, se producían rebeliones, como las de Atanagildo y Hermenegildo.

El arte visigodo en Andalucía

Arquitectura:
La rebelión de Atanagildo, con apoyo de la oligarquía de la Bética, supuso la entrada en acción del poder bizantino, en expansión bajo Justiniano I. La importancia del litoral andaluz para el comercio en el Mediterráneo hizo que se incorporara a la provincia bizantina de Spania. Sin embargo, la presencia bizantina en Andalucía fue fugaz, ya que el poder visigodo de Toledo siempre quiso recuperar el litoral perdido. Las campañas, primero de Leovigildo y luego de Suintila, hicieron que se creara un poder unificado en la península Ibérica.
Durante el periodo visigodo, en lo religioso y cultural San Leandro y San Isidoro fueron personalidades fundamentales, que desempeñaron su labor principalmente en Sevilla.
Después de las devastaciones que en los primeros años del siglo V sufrió la península ibérica por las oleadas de vándalos, alanos,suevos y visigodos que la invadieron, quedó al fin relativamente sosegada con la dominación de estos últimos a partir del año 507 y más todavía cuando en el 589 se realizó la conversión de los visigodos arrianos al catolicismo con Recaredo, su monarca. A mediados del siglo VI llegaron a Hispania legiones imperiales de Constantinopla con objeto de ayudar y afirmar en su trono al rey Atanagildo y posesionándose de algunas plazas en las costas de Levante y Mediodía, las retuvieron por más de medio siglo (552-615) con su obligado acompañamiento de artistas bizantinos contribuyendo de esta suerte a reforzar los elementos orientales que ya formaban parte del caudal artístico de los godos.
Consta por testimonios fidedignos de aquella época la existencia de magníficas iglesias en España, desde los últimos años del siglo VI hasta la invasión sarracena.

Escultura:

Si todavía la arquitectura se mantiene a un cierto nivel artístico elevado, la escultura se nos muestra en su fase de decadencia. El arte escultórico visigodo es de tradición totalmente hispanorromano, pero se va a distinguir de él: no es sin más una continuación de lo paleocristiano; presenta suficiente definición con respecto a él y el cambio que se opera es algo brusco.
De hecho, la invasión visigoda crea circunstancias poco propicias para hacer arte. No hay empresas oficiales, con lo que el concepto romano cambia. Las técnicas se van degenerando y el proceso de descomposición se acelera. La escultura sufre un impacto indirecto a consecuencia del cese de otras actividades artísticas. El afán ornamental que se pierde con el mosaico se va a llenar con la escultura ornamental bárbara. La escultura deja de ser medio de figuración con el volumen para pasar a ser dibujística. Se da una trasposición de técnicas pictóricas a un lenguaje de escaso relieve: el bisel y la cubeta o reserva para el fondo.
Se conservan elementos arquitectónicos de Emérita de la segunda mitad del VI. Estas pilastras o canceles caracterizan a esta escuela como clasicista dentro del visigodo y comparándolo con lo posterior. Se tiende a suprimir los valores naturalistas para pasar a valores simbólicos. Hay una implantación progresiva de una talla de tipo elemental (bisel y cubeta), técnica que no aparece desde el principio con la misma fuerza. El clasicismo de Emérita se debe a que la técnica de bisel está aun poco desarrollada: uvas y tallos redondeados. El bisel entra en el acanto del capitel. Con el tiempo se va a pasar de un capitel vegetal a unas simples arcuaciones: este cambio de contenido de las formas es fenómeno propio de mentalidades primitivas. La decoración animalística llega al visigodo de fuentes ravenesas, como se puede ver en el cancel de Emérita. Los arcos alojan una venera ravenesa: los temas vegetales y animales nos llevan a los púlpitos raveneses de fines del VI. Otra fuente de la animalística visigoda es de origen oriental, anterior a lo bizantino, promovido por los sasánidas y que Bizancio transmite a Europa.


      

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