miércoles, 1 de junio de 2016

El Barroco en Andalucía

EL ARTE DEL BARROCO EN ANDALUCÍA

El Barroco es el período cultural comprendido entre el Manierismo y el Rococó. Surgido en Italia a principios del siglo XVII, la influencia del Barroco se extendió a prácticamente todos los estilos artísticos de la época en la Europa occidental y sus colonias hasta comienzos del siglo XVIII. Desde principios de siglo XVII y hasta mediados del siglo XVIII predomino en este estilo la linea curva sobre la recta y fortaleció el elemento decorativo sobre el constructivo. El estilo barroco se caracteriza fundamentalmente por su oposición a los valores renacentistas de equilibrio y armonía. Las manifestaciones artísticas de este período representan una realidad nueva plagada de movimiento y con formas ostentosas que tienden a la exageración. En el artículo anterior tratamos la arquitectura, donde la decoración juega un papel fundamental, así como el uso de formas cóncavas y convexas que propician un juego de luces y sombras óptimo para conseguir efectos dramáticos. Continuaremos en este artículo hablando de las obras de arte escultóricas y pictóricas andaluzas.

LA ESCULTURA:
En la escultura barroca, predomina la exclusividad religiosa. En las obras se funde el realismo, con un carácter dinámico y expresivo. Las imágenes son naturales, puras y diáfanas. Destaca la serenidad y el equilibro y se intenta motivar la devoción católica. El escultor Juan Martínez Montañés, nacido en la provincia de Jaén, se nutre del clasicismo, del sosiego y de un minucioso estudio de la anatomía. En la Catedral de Sevilla, se halla el Cristo de la Clemencia (1603), una escultura muy humanizada. Su obra Inmaculada Concepción (1629-1631), popularmente llamada “La cieguecita”, personifica la ingenuidad, la melancolía, la dulzura y la belleza. Discípulo de éste, fue Alonso Cano, también pintor y arquitecto. Emplea igualmente el clasicismo de su maestro, pero con mayor expresión y dinamismo. Al buscar la perfección y la idealización de sus esculturas, sus obras despliegan solemnidad en detrimento del dramatismo. Algunas de sus imágenes más representativas son: Inmaculada del Facistol (1655) y San Antonio de Padua (1665). Pedro de Mena y Medrano, aprendiz del anterior, esgrime un estilo sobrio, directo y realista, y con aparente sencillez comunica diferentes emociones. Creaciones suyas son la Magdalena Penitente (1664) y la sillería del coro de la Catedral de Málaga (1658). También discípulo de Alonso Cano, fue José de Mora, que alcanzaría el estatus de escultor de cámara del rey Carlos II. Otros escultores de renombre pertenecientes a la escuela andaluza fueron: Pedro Roldán, Pedro Duque Cornejo, Fernando Ortiz, Juan de Mesa y Andrés de Carvajal. Sin embargo, la mayor fuente de obras artísticas debemos encontrarlo en la pintura. Por un lado, la Iglesia que necesitaba difundir y consolidar la religión católica, recurrió a los artistas para propagar su mensaje. Por otro, el patrocinio de la corte, como fue el caso de Felipe IV, propició diversos y muy prolíficos encargos. En Andalucía, cabe destacar la escuela sevillana donde descollaron tres grandes artistas. Aunque de origen extremeño, el primero de ellos fue Francisco de Zurbarán. Se dedicó principalmente a la temática religiosa, con un estilo simple, aunque efectivo y detallado. Predomina en sus obras el tenebrismo y la búsqueda de una representación real de las cosas. Entre sus pinturas cabe nombrar San Hugo en el refectorio de los Cartujos (1630), La Inmaculada Concepción (1630), Cristo y la Virgen de Nazareth (1635), Fray Gonzalo de Illescas (1639) y Santa Casilda (1640). Alonso Cano, ya nombrado anteriormente, también se dedicó a la pintura. Su estilo evolucionó de un marcado tenebrismo a un clasicismo de esencia veneciana. Fue autor del Descenso del Limbo (1646-1652), Cristo muerto en brazos de un ángel (1650) y Presentación de la Virgen en el Templo (1656). Sin embargo, el artista universal del barroco andaluz, fue Diego Velázquez. Exponente de la pintura española y universal, se le cataloga entre los artistas de mayor genio y es considerado el mejor retratista de la época. Sus primeras obras se contextualizan en el naturalismo, aunque su estilo evolucionaría gracias a la influencia de Rubens, cuando llegaría a estudiar los efectos de la iluminación hasta alcanzar un logrado realismo. Entre sus numerosas obras, destacan las siguiente: El aguador de Sevilla (1620), Los borrachos (1628-1629), La fragua de Vulcano (1630), La rendición de Breda (1635), Cristo crucificado (1639), Venus del espejo (1647-1651), Retrato de Inocencio X (1649), Las Meninas (1656) y Las Hilanderas (1657). De todo esto se trasluce que Andalucía legó al arte barroco un prodigioso elenco de artistas. Sus obras han llegado hasta nuestros días y muchas de ellas se exponen en los museos más importantes del mundo. A pesar de las vicisitudes económicas del momento, el barroco engalanó la tierra andaluza con sus mejores galas.


LA ARQUITECTURA:
El barroco es el arte de la Contrarreforma, de los siglos XVII y XVIII, que contrasta de manera frontal con el ideal de armonía, proporción y medida del estilo anterior, el renacimiento. Es un arte teatral, por lo que recurre al hiperrealismo para despertar la emotividad del espectador. Es un arte dinámico que busca crear la sensación constante de movimiento, por lo que las líneas rectas se parten y quiebran, y las columnas giran sobre su propio eje para convertirse en salomónicas. El artista barroco da igual importancia a lo esencial y a lo accidental, por eso es tan minucioso en la composición de pequeños detalles y tan dado a la ornamentación profusa. Su idea es aunar en una misma obra visiones distintas y hasta antagónicas. El origen de este nuevo estilo artístico está también en Italia, pero su manifestación en España va a ser muy genuina y diferente al resto de Europa. Es más, no es igual el barroco andaluz que el valenciano o castellano. Andalucía es uno de los grandes centros del barroco español y, por tanto, no es difícil encontrarnos con edificios de estilo barroco en cualquier ciudad o pueblo andaluz. No obstante, provincias como Sevilla o Córdoba destacan de manera especial.

LA PINTURA:
El siglo XVII es el siglo de oro de la pintura española. Se caracteriza por los temas religiosos aunque aparecen los mitológicos y profanos(bodegones y retratos).
La figura más importante de esta etapa son el pintor valenciano José de Ribera, y el extremeño Francisco de Zurbarán, y los andaluces Diego de Velázquez y Bartolomé Esteban Murillo.
Diego de Velázquez, sevillano, está considerado como uno de los mejores pintores de todos los tiempos. Se inició en el arte de la pintura a temprana edad aprendiendo del pintor y humanista Pacheco. Tras su éxito en Sevilla marchó a Madrid donde se convirtió en pintor del rey. Se ha dicho que es el pintor de la átmosfera porque consigue un realismo único mediante el dominio de la técnica, la luz, el color y la perspectiva aérea. Sus obras más famosas son: Las meninas, las hilanderas, el triunfo de Baco, las lanzas o la rendición de Breda y La fragua de Vulcano.
Bartolomé Esteban Murillo fue un gran pintor sevillano que se hizo famoso por sus cuadros de niños.Destacó también por la creación de cuadros religiosos y estampas costumbristas.En muchas de sus obras reflejó la vida cotidiana.


       



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